Comencé a escribir de pequeña.
Siempre me decían que tenía una imaginación y un don para escribir cuentos, pero empecé a crecer y cada vez lo hacia menos, tenía menos ideas y si se me ocurría algo acababa aburriéndome y pensando que no era buena idea.
Pero el año pasado tuve que hacer un trabajo de literatura con algunos compañeros de clase, y con las ideas que aportamos todo el grupo me encargué de hacer yo la parte del trabajo que trataba de escribir un pequeño relato inventado de novela negra.
Aquí os lo dejo.
EL CALLEJÓN DEL ORO
Capítulo 1
Perspectiva 1
Era un 8 de abril del año 1950, mi último día como estudiante de medicina.
Me sentía relajado y feliz, así que decidí no rechazar la oferta de Jack y Fich, dos de mis compañeros de carrera que me propusieron ir al Callejón del Oro, un lugar de ocio y diversión, no era la primera vez que iba y no voy a mentir, aquella no era la zona más pintoresca, pero entiéndeme… un hombre tiene sus necesidades también.
Eran las seis cincuenta de la tarde y nos disponíamos a entrar a la zona marginal, al famoso Callejón del Oro. El aire de inferioridad de los pobres abundaba por todas las cosas.
Y ya, a las siete y treinta y cinco la muchedumbre se abarrotaba en la entrada de uno de los muchos localuchos baratos de esa zona. Parecía ser el más famoso y llamativo, pero en ese momento preferíamos estar tranquilos, ya sabes, un poco más de atención para nosotros. Así que decidimos ir a uno que había unas calles más hacía delante.
Ya sentados y con la tercera ronda de vodka… muy malo, por cierto, se notaba en qué zona de Praga estábamos.
Me empezaba a sentir embriagado, por favor, no creas que soy de esos que siempre están en esa situación, soy un hombre que debe causar buena impresión.
Entre conversaciones y risas perdí a mis dos compañeros, creo que se fueron a divertirse un poco con una de las trabajadoras del local, ya me entiendes.
Aproveché para salir a tomar el fresco, estaba mareado y pensé que eso me sentaría bien… que mala decisión.
Salí del burdel y caminé unos metros dejando atrás la puerta cerrándose de un golpe. Me apoyé en una pared en frente del local donde estaban aún mis acompañantes.
Escuchaba perfectamente las risas, los gritos y el movimiento que dentro del lugar se creaba.
Estuve cinco minutos con los ojos cerrados fumándome un cigarrillo, hasta que los pasos y voces elevadas de unos hombres que doblaban la esquina en dirección a la misma calle donde yo estaba llamaron mi atención.
Estaban un poco lejos y con la falta de luz solo podía distinguir las siluetas, eran tres. Ellos no se dieron cuenta de que yo estaba allí hasta que estuvieron un poco más cerca, en ese momento se callaron bruscamente. Al percatarme, retiré el cigarrillo de mis labios y lo apagué con ayuda de la pared. Me disponía a entrar de nuevo al sitio en busca de Jack y Fich, no quería problemas y esos tres hombres no tenían muy buena pinta… no estaba nada equivocado, pues no di ni cinco pasos y me gritó uno de ellos, me paré en seco durante unos segundos, sin mirar hacia el lado de dónde venían, solo miraba mis pies. Después de esos segundos parado, decidí ignorarlo y seguir mi camino, pero al moverme me volvió a gritar… “¿Es que estás sordo?” yo seguía sin mirar, y cuando me di cuenta, los tres hombres estaban a mi lado. No eran muy temerarios, vestían aparentando tener clase, pero, en realidad, las vestimentas eran viejas, seguramente las sacaron de la basura que habría tirado alguna persona adinerada. Se notaba que eran de barrio pobre.
Empezaron a provocarme, al parecer no tenían respeto ninguno con nadie.
No quería pelea, yo no soy un hombre agresivo, y me dejé. Dejé que siguieran metiéndose y empujándome.
Al final no aguanté y di un empujón al que estaba delante de mi impidiendo que pudiese pasar al local.
El empujón parece que les enfadó, y aquí viene la parte buena.
Me pegaron una paliza dejándome en el suelo y me robaron todo lo que tenía en los bolsillos a parte de los zapatos.
Me desperté tiempo después unas calles más atrás, dolorido y sangrando. No sabía qué hora era, pero suponía que serían las tres, había oscuridad por toda la calle, solo veía luz a lo lejos donde se situaba otro de esos locales de mala muerte.
Empecé a caminar como pude hasta llegar casi al local y, justo en la esquina apoyada había una mujer de compañía. Estaba cabreado, cansado, me acababan de dejar en el suelo y esta fulana me empezó a seguir. Giré, quise ignorar la situación, pero no paraba y en esos momentos lo que menos quería era tener a una prostituta detrás de incitándome a irme con ella… le dije que no, la ignoré, aceleré, pero persistente me seguía. Tenía que estar ciega para no ver las condiciones en las que me encontraba. Desgraciada fulana… cada vez que me acuerdo me hierve la sangre.
Mi padre me pegaba de pequeño, ¿sabes? Me encerraba días sin comida, decía que me portaba mal y culpaba a mi madre…
Ella me enseñó a leer, a escribir, a tener unos conocimientos básicos, sobre todo. Por ella fue que estudié medicina.
Pero mi padre, el hizo de mí una persona amarga y con ira acumulada…
Pero esa ira salió el 9 de abril del año 1950, cuando sin aguantar más, cogí una botella de alcohol rota del suelo me giré hacia esa prostituta y… si no estaba ciega antes, ahora lo estaría ya que le saqué los ojos y la lengua. Me sentí tan bien…
Luego de eso empecé a correr hasta estar lejos de esa maldita zona.
Ahora te preguntarás por qué te cuento esto. Muy sencillo, soy Aaron Lemoine, tengo actualmente 40 años es 1 de febrero de 1965 y, ahora mismo, estaría matando a mi octava víctima si el desgraciado de ese detective estadounidense no se hubiese entrometido.
Capítulo2
Perspectiva 2
-Eran las once de la noche, noté como mi compañero, Edward, me tocaba el hombro para despertarme. Me había quedado en el escritorio dormido, llevaba ya mucho tiempo mirando cosas sobre un caso que en ese momento estábamos investigando, si no recuerdo mal, era sobre un niño… sí, exacto, ese niño afroamericano que se llamaba Emmett Till. Pobre niño, solo tenía 14 años, aún recuerdo el día que encontramos su cuerpo, ese 28 de agosto de 1955. No podré olvidar nunca esa escena, tuve que abrazar a la madre y retenerla para que no se acercara mucho a los restos que antes eran su hijo, en esos momentos no aguanté y sin hacer caso a lo que nos enseñaban en el trabajo de que teníamos que ser fuertes porque si no este trabajo no era para nosotros, unas lágrimas se me cayeron. Hasta que recordé por qué quise dedicarme a esto. Entonces miré serio y fijamente a la mujer y le dije que encontraría a la persona que le había hecho eso a su querido hijo…
Me desperté un poco asustado, Edward me preguntó que qué me pasaba, a lo que le contesté que solo había sido un mal sueño. Mi compañero me propuso quedarse el solo, para yo irme a casa a descansar, sabía que había estado desde el momento que le prometí eso a la madre del chaval investigando, día y noche, casi sin parar. Al final decidí hacerle caso y me fui caminando a casa.
Mientras andaba, pensaba en el sueño que había tenido en la oficina. Ese sueño, ese mal recuerdo que siempre vuelve a aparecer… el recuerdo que unos días antes tuve también cuando las lágrimas me cayeron mientras abrazaba a esa pobre mujer destrozada. Era el recuerdo que llevaba arrastrando desde adolescente. Esa imagen de cómo torturaban y asesinaban a mi padre cuando yo solo tenía 14 años. Sí, no volví a ser el mismo, tuve que ir a muchos especialistas y durante mucho tiempo estuve encerrado. Hasta que conocí a Axel, el que ahora es mi jefe. El me hizo volver a confiar y volver a disfrutar de las cosas, aparte de enseñarme a ser fuerte y persistente. Por él fue que acabé aquí, por él y por lo que me pasó he aprendido a vengar a los que se lo merecen.
Me encanta lo que hago, pienso que soy muy fuerte, pero… a veces cuesta, me derrumbo al ver cosas como las de Emmett Till y siempre está esa pesadilla, que por mucho que haya avanzado con ese tema, a veces pienso que esa imagen no se irá del todo.
Por si te lo preguntas, sí, esos desgraciados culpables del asesinato del niño de tan solo 14 años fueron condenados a la pena de muerte. Los hermanos Roy Bryant y su hermano J.W Milam no fueron tan cuidadosos como pensaron y acabé descubriéndolos, a los cinco minutos estábamos todos en frente de la casa de los dos hermanos para llevarlos a comisaría y poco después a ejecutar sus sentencias.
Ese caso fue el más difícil que me encargaban desde hacía un tiempo, pero ahora es otro el que me come la cabeza. Pues no hace mucho que Axel me mandó a Praga para investigar un caso que sucedió allí.
Suena extraño, un detective estadounidense yendo a investigar a otra ciudad de otro país. En esos momentos me quedé como tú tienes que estar ahora mismo… que se encarguen los detectives de la ciudad de Praga, ¿Por qué tenía que ir un estadounidense a la República Checa cuando en su país también hay criminales y crímenes?
Todo cobró sentido cuando leí todos los expedientes que mi jefe dejó en mi mesa de trabajo… todos esos expedientes de casos que ni si quiera se llegaron a investigar, y todas las fichas que habían dentro de los expedientes, fichas de muchas denuncias de desapariciones que hacían familias de personas que habían ido a pasar unos días de vacaciones, o por negocios etc. Personas de aquí, de Estados Unidos que habían desaparecido en Praga y nadie había hecho nada por encontrarlos y saber qué estaba pasando…
Me contaron que todas esas fichas de denuncias se enviaron a Praga, pero hacía un día que volvieron todas… tantos años… nadie sabía nada, nadie hacia nada y no ha sido hasta ahora que no nos hemos puesto manos a la obra. Que impotencia.
Pero bueno, dejando de lado lo mal que podemos trabajar policías e investigadores… ya estoy aquí, en la famosa ciudad de las desapariciones, sin ninguna pista que sea del todo válida, sin saber por dónde empezar y sin saber para dónde ir.
He decidido instalarme en un hostal e ir después a ver la ciudad, buscar los rincones más extraños y menos visitados, ya que mirando uno por uno cada informe, me he dado cuenta que todos los desaparecidos han estado arrestados alguna vez por problemas de bebida o drogas, y todos sabemos que es en las zonas marginales de las ciudades donde más movimientos de este tipo hay. No estoy seguro de si voy bien encaminado, pero por algo tengo que empezar.
Ya andando por las calles de Praga, he optado por ir a la zona que me han dicho que es la más marginal de la ciudad. Me queda poco para llegar, si no estoy equivocado. Mientras camino, voy pensando en todos esos años, en los desaparecidos y lo extraño que es que todos esos informes hayan vuelto a nuestras manos después de tanto y tantos, y encima, sin nada nuevo. ¿Cómo hemos sido tan estúpidos de no preocuparnos de la gente de nuestro país? ¿Por qué tampoco han hecho nada los encargados del caso en este país? Todo es tan extraño…
Y me envían a mí, solo y sin decirme nada más.
Siento esta interrupción, pero es que creo que me encuentro ya en la zona que he comentado antes. El Callejón del Oro se llama. No parece un sitio agradable, así que, deséame suerte, porque voy a entrar. Mi plan es ir enseñando la fotografía de la persona desaparecida más reciente… a lo mejor alguien puede decirme algo. Sé que ahora tienes que estar pensando que esto no va a servir de nada, Praga es grande después de todo y no creo que todos se acuerden de cada uno de los turistas que han pasado por aquí, pero no puedo quedarme parado sin hacer nada viendo como el tiempo pasa y no avanzo, y esta, es la mejor idea que he tenido por el momento.
Puedo ver a lo lejos lo que parece un bar, voy a empezar preguntando ahí.
-Muy buenas. Estoy buscando a un amigo, es este de aquí… Hace unas dos semanas que vino de viaje aquí, a Praga, y aún no sabemos nada de él.
-Hola. Siento no poder ser de mucha ayuda. Nunca he visto a este muchacho por mi bar, aquí siempre están las mismas caras… hasta que has entrado tú no había visto a nadie nuevo, y menos extranjero.
-Muchas gracias, si sabe algo, si ve a mi amigo por aquí cerca, por favor contacte conmigo. Estoy alojado en el hostal Old Prague, pregunte por Frederick Jones.
Ya sé, el desaparecido no es mi amigo…pero tengo que ser cauteloso, no puedo ir diciendo que busco a un desaparecido, los rumores se expanden rápido, no puedo correr el riesgo.
Llevo dos horas caminando y preguntando por este barrio y nada, no hay nadie que sepa nada del desaparecido, nadie me puede decir nada y este ambiente me está volviendo loco. Así que me dispongo a volver al hostal, mañana iré a otra zona, a ver si tengo más suerte…
¡Un momento! Hay un hotel, justo a las afueras de este mal barrio… extraño, ¿no?
¿Por qué poner un hotel en un terreno tan alejado y en la peor zona de Praga?
Pensé que era buena idea ir a ver el hotel de cerca, a lo mejor entrar y preguntar al recepcionista…
Así que eso es lo que hice.
El hotel resultaba extraño, todo en él era siniestro… pero no por viejo, porque tampoco era tan viejo… tendría a lo mejor unos catorce años. Pero el hotel daba mala espina. No me equivocaba porque solo recuerdo entrar en el hotel y preguntar por el desaparecido y ya no sé qué paso luego...
Me acabo de despertar en una habitación oscura, escucho pasos, pero no veo a nadie. Me siento muy mareado y débil.
Los pasos cada vez se escuchan más cerca.
Estoy atado de pies y manos. Intento soltarme, pero es imposible, casi no tengo fuerzas y me cuesta moverme.
Está conmigo en la habitación, pero no le veo.
Me habla, pero me cuesta entender lo que dice, estoy demasiado mareado.
Capítulo 3.
Te descubrí
-Maldito detective. No podía quedarse quieto.
Todos los detectives se creen unos justicieros, pero lo único que son es una panda de entrometidos.
Míralo, no se puede ni mover… no se entera de nada JAJAJAJA pobrecito, seguro que pensaba que iba a encontrar al que dice que era su amigo. Por cierto, que mentira menos sutil. Se les reconoce a kilómetros. Típico “Estoy buscando a un amigo ninininini”. Nunca aprenden, piensan que soy tonto.
Capítulo 4
Vamos a hablar
-Aaron: Vaya vaya… Ya se espabiló el dormilón.
-Frederick: ¿Quién eres? ¿Qué me acaba de pasar?
-Aaron: No te asustes, solo me quería divertir un poco…
Encantado, soy Aaron Lemoine, el dueño del hotel y la persona que buscas.
-Frederick: ¿A qué te refieres?
-Aaron: ¿No es obvio? Has venido a Praga preguntando por tu querido estadounidense desaparecido, ¿no?
Estás buscando respuestas y culpables.
Bueno, te alegrará saber que aquí tienes a la mente brillante que ha sido la responsable de esa y otras siete desapariciones más.
-Frederick: Claro, por eso tantos casos de desaparecidos.
¿Cómo has hecho para que nadie investigara nada?
Enviaron todos los casos a Praga para que aquí se encargaran.
¿Por qué todos esos casos volvieron a nuestras manos?
-Aaron: No has escuchado bien.
¡MENTE BRILLANTE!
Fíjate el sitio donde se sitúa mi hotel ¿crees que alguien querría investigar lo que sea por aquí? Aquí solo vienen personas desgraciadas, con problemas y mal carácter… nadie querría venir aquí. Sois tan imbéciles todos los detectives que seguro que esos papeles os los enviaron de vuelta para hacer limpieza de cosas que no les importa ni les incumbe.
-Frederick: Que mente tan retorcida tienes que tener para haber hecho eso. ¿Qué has hecho con todos esos desaparecidos?
-Aaron: ¿Retorcida? Os he hecho un favor, esas personas no hacían ningún bien a nadie con esos malos vicios que tenían.
Me han servido para mi diversión todos estos años, mi ira se calmaba al ver sus caras cuando los torturaba. Y me crearon una nueva afición… me encanta coleccionar restos de humanos, practicar con los cuerpos e investigarlos. Estudié medicina y bueno, no viene mal practicar a veces.
Así que, si te fijas bien, en este cuarto hay un poquito de cada uno de ellos… bueno, habría una parte de todos si no fuese por ti, que apareces justo el día que me había cansado de mi octava víctima y me disponía a matarla.
Entonces te veo con una foto suya. Me has hecho actuar rápido, pero todo ha salido bien, he ganado yo. Tú estás aquí sin poder hacer nada por ninguna de las víctimas mientras que yo estoy relajado y con ganas de que tú seas otra de ellas.
Capítulo 5
El paquete
INFORME: Un paquete desconocido ha llegado hoy día 6 de febrero del año 1965.
No tiene sello, no pone nada en él, pero en su interior encontramos restos humanos.
Los análisis de estos concuerdan con un hombre de 40 años, Aaron Lemoine, de nacionalidad Checa.
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